La adolescencia en casa

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En la consulta, mucho del estrés que tienen los padres, es debido a la relación que empiezan a tener con sus hijos adolescentes, porque sí, la adolescencia se instala en casa.

Para todos los padres de pronto, esa ricura de niño que tenían, se ha convertido en un larguirucho melenas encorvado que habla con voz madura y que resopla en cuanto le decimos o le preguntamos algo.

¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hijo? Es una de las preguntas que nos hacemos en cuanto la adolescencia, como si fuera un virus letal, se instala en nuestras casas.

Lo cierto es que esa ricura de niño, la sigues teniendo enfrente. Pero las cosas están cambiando para ellos, y de rebote para nosotros.

Los adolescentes necesitan nuestro amor y apoyo en un momento en que muchas otras cosas en sus vidas están cambiando. En la mayoría de casos ellos también sienten que el mundo se abre debajo de sus pies.

¿Ahora les importamos menos?

Muchas personas piensan que las familias se vuelven menos importantes para los niños a medida que avanzan en la adolescencia. Pero eso no es cierto, nuestros hijos necesitan más que nunca el apoyo y el calor seguro de su familia tanto como cuando eran más pequeños.

Es cierto que las relaciones familiares cambian durante la adolescencia.

Cuando nuestros hijos eran pequeños nuestro papel era nutrirlos y guiarlos. Ahora es posible que empecemos a descubrir que nuestra relación se acerca en edad y que quieren que se les trate de igual a igual. Además, nos miran con lupa a ver si es cierto que hacemos todo lo que decimos o si somos coherentes, porque una de las cosas que empiezan a no tolerar es el engaño o que seas falso. Los adolescentes tienen alergia a la falta de autenticidad.

La mayoría de los jóvenes y sus familias tienen algunos altibajos durante estos años, pero las cosas generalmente mejoran al final de la adolescencia a medida que los niños se hacen más maduros. Y las relaciones familiares tienden a mantenerse fuertes hasta el final.

Para los adolescentes, los padres y las familias son una fuente de cuidado y apoyo emocional. Las familias brindan a los adolescentes ayuda práctica, financiera y material. Y la mayoría de los adolescentes todavía quieren pasar tiempo con sus familias, compartir ideas y divertirse.

¿Es normal que los adolescentes estén malhumorados o que parezcan poco comunicativos?

Es cierto, están todo el día pegados a su smartphone. Tienen alergia a poner el lavaplatos y a ordenarse la habitación. Gastan el dinero más rápido de lo que nos gustaría. Nos ven mayores y agotados.

Sí, pero aún necesitan nuestra conexión. Esa intuición que nos dice cuándo no están bien, que está pasando algo. Y a veces es difícil porque aunque nuestros hijos nos quieren muchísimo y quieren que nos involucremos en su vida, no siempre están dispuestos a escuchar opiniones contrarias o a aceptar las responsabilidades que vienen acompañadas del hacerse mayor. A veces su lenguaje corporal, su actitud y su comportamiento, nos hacen pensar que nos hemos equivocado en algo, cuando en realidad lo único que están haciendo es buscar su propia identidad.

Tenemos que ser pacientes con estos aprendices de la vida, comprender que la familia es lo más importante para ellos, que somos su sistema de apoyo. Es cierto que tienen su propia tribu de amigos y que son muy importantes, sin embargo con el tiempo descubren que los amigos son geniales, pero irán y vendrán. La familia, en cambio, siempre está ahí.

¿Por qué tu hijo adolescente te necesita?

La adolescencia puede ser un momento difícil: nuestros hijos pasan por rápidos cambios físicos y altibajos emocionales. Los jóvenes no siempre están seguros de dónde encajan, y todavía están tratando de resolverlo. La adolescencia también puede ser un momento en que las influencias y las relaciones entre compañeros pueden causar estrés entre los diferentes valores emocionales que tenemos los padres y los amigos. Apoyarse unos a otros puede ser vital para superar estos desafíos.

Durante este tiempo, la familia sigue siendo una base emocional segura donde nuestro hijo se siente amado y aceptado, sin importar lo que pase en el resto de su vida. La familia puede construir y apoyar la confianza, autoestima, optimismo y reforzar la identidad de nuestros hijos.

Aunque muchos padres opinan lo contrario, lo cierto es que es igual a cuando eran pequeños. Cuando la familia establece reglas, límites y estándares de comportamiento, le damos a los niños una sensación de coherencia y previsibilidad.

Y creedme si os digo que es un buen momento para abrirse y contarles a tus hijos cómo eras, qué te preocupaba a su edad, cómo eran tus padres, porqué te sentías tan perdida o triste.  Eso les hará verte como eres, con tus vulnerabilidades, con tus historias de amor fallidas. Y eso no te desacredita ¡más bien todo lo contrario!

Nosotros fuimos adolescentes, y es bueno que ellos sepan cómo nos fue, cómo superamos nuestras propias situaciones difíciles al igual que ellos lo están pasando hoy.

Las relaciones familiares cercanas y de apoyo protegen a nuestros hijos de excesos que no queremos que cometan. Nuestro respeto, apoyo e interés en todo lo que les concierne, es la base para que nuestros hijos crezcan fuertes y seguros.

Transmitiendo conocimientos en el día a día:

Aprovecha cualquier momento para que aprendan cosas útiles. Enséñales a cocinar, qué alimentación es la más adecuada, cómo pueden cuidar su salud de una forma natural como con la quiropráctica, cómo saber estudiar mejor. Ayúdales a que descubran cuáles son sus talentos y háblales de cómo les ves, de sus cualidades, para que poco a poco ellos descubran cuál es su misión en la vida. Diles a menudo cuán orgullosa te sientes de sus logros y de su persona.

Programa actividades para hacer en familia, como ir al cine a ver películas que luego puedan comentarse, vacaciones donde ellos puedan ser ellos mismos a medida que vayan creciendo. Ten la casa abierta a sus amigos para poder conocerlos. Pasa tiempo con cada uno para conocerlo y deja que te conozcan también.

La clave de todo es que un día nos enamoramos y tuvimos un hijo. Acordémonos de decirle que es fruto de un amor inmenso, igual al que le tenemos.

Y si te apetece que tomemos un café para hablar sobre esto, tomémoslo 🙂

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